martes, 24 de abril de 2007

INSECTOS VS. EL HOMBRE


CARMINIA DICE:


Insectos vs. el Hombre


Transmisores de Enfermedades


Dos siglos atrás, ni médicos ni entomólogos imaginaban vínculo alguno entre insectos y enfermedades. Hoy se conocen centenares de afecciones, tanto del hombre como de los animales, difundidas por los insectos.
El paludismo o malaria es el ejemplo clásico. La enfermedad era conocida desde la antigüedad, lo mismo que su relación con los terrenos bajos y pantanosos. ¿Qué se suponía? Que el aire contaminado o miasma que por la noche se levantaba de los pantanos causaba la fiebre y los temblores característicos. Recién en 1882 alguien sugirió que el paludismo era transmitido por mosquitos, pero no le creyeron. Década y media después, se pudo comprobar.
Un mosquito, el famoso Anopheles, era quien transportaba los parásitos de la malaria. Excluyendo guerras y accidentes, se calcula que la malaria (y por tanto, su mosquito) ha sido responsable de la mitad de las muertes humanas desde la Prehistoria.
La famosa peste bubónica –cuyas apariciones diezmaron repetidamente a Europa- se relacionaba con las ratas, pero ahora se sabe que se trataba en realidad de la pulga Xenopsylla cheopis que sí infesta a las ratas.
La enfermedad del sueño, característica de África Central y antiguamente conocida como “el letargo negro” es transmitida por dos especies de moscas conocidas como tse tse.
La vinchuca, una chinche de gran tamaño, no se limita a provocar dolorosas picaduras. El parásito que ocasiona el Mal de Chagas-Mazza, una enfermedad silenciosa y luego crónica que afecta a zonas pobres de América Latina, es transmitido por este temible insecto. ¿De qué modo? La vinchuca defeca mientras come, dejando sus excrementos sobre la piel de la persona picada. Como la saliva de la vinchuca produce ardor, la persona se rasca, lacerando la piel y permitiendo así que el parásito penetre.
Sin ir más lejos, la mosca doméstica, aunque no es chupadora de sangre, lleva bacterias en sus patas, porque también se nutre de excrementos. Cuando luego se posa sobre alimentos humanos, puede transmitir disentería y otros desórdenes digestivos.

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